Después de un siglo de políticas prohibicionistas basadas en mitos que buscaban fundamentar modelos económicos, la ciencia y el acceso a información veraz han puesto en duda las concepciones erróneas que tenemos sobre las sustancias psicoactivas, entre ellas la marihuana. A principios de siglo 20 se lanzó una campaña de estigmatización que utilizó los medios de comunicación masiva —la única manera de acceder a información para la gran mayoría de la población— para esculpir una imagen de la marihuana como algo dañino, que degeneraba la raza, o incitaba conductas violentas y delictivas.
Pero este modelo está cambiando. Por un lado, el acceso a la información que significa el internet ha provocado que los usuarios busquen información sobre las sustancias que consumen, tanto para conocerlas como para entender su interacción con el cuerpo. Por otro lado, cada vez existen más estudios que demuestran las propiedades benéficas del cannabis, lo que ha impulsado cambios legislativos que permiten seguir explorando la planta. Así, muchos de los mitos que rodean a la planta han sido cuestionados, y muchos de ellos han probado no tener sustento más allá de suposiciones y prejuicios. A continuación, compartimos los mitos más comunes de la marihuana, y una breve explicación de los datos objetivos detrás de cada afirmación.
La marihuana es peligrosa
La marihuana es una planta. Su nombre científico es cannabis sativa, y pertenece al orden de los rosales. Decir que la marihuana es peligrosa sería el equivalente a decir que una rosa es peligrosa o que un árbol de frutas es peligroso. Y claro que uno podría pincharse con la espina de una rosa o trepar un árbol y caer; pero eso no significa que sean peligrosos en sí mismos.
Hasta el día de hoy no se ha registrado ninguna muerte por consumo de cannabis. Por el contrario, cada día se publican estudios sobre nuevas formas en las que se utiliza la marihuana y sus derivados para tratar enfermedades y padecimientos. Eso no quiere decir que consumir marihuana sea inocuo (como se explicará más adelante), sino que utilizada de manera correcta puede tener más beneficios que daños asociados a su consumo.
La prohibición protege a los niños
Un falso argumento que se ha utilizado para apoyar el discurso prohibicionista es aquel que asegura que, al entrar al mercado legal, la marihuana será más accesible para los menores de edad, es decir, que incrementara el consumo entre niños y adolescentes. Sin embargo, con el avance de políticas regulatorias en diferentes partes del mundo, han avanzado también los estudios realizados en torno a la planta. En una investigación realizada en 2019 publicada por JAMA Pediatrics, se encontró que después de haberse legalizado la marihuana en Washington, Estados Unidos, el consumo en adolescentes bajo 8%.
Fumar marihuana te hace un delincuente
Aunque no existen estudios que demuestren que la marihuana propicia conductas violentas o delictivas, este fue el discurso que se utilizó durante décadas en Estados Unidos para marginalizar a las comunidades migrantes que utilizaban marihuana, como los afroamericanos y los latinos. Por otro lado, las actuales políticas prohibicionistas son más punitivas con el cultivo de cannabis que con la compra, por lo que el usuario es orillado a recurrir al mercado negro.
Es una droga de entrada
No existen estudios o pruebas de que consumir marihuana active de alguna manera la necesidad de otras drogas. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, el hecho de que la marihuana sea prohibida propicia la compra ilegal del producto. Al no ser un mercado regulado, el usuario se encuentra con proveedores que en muchas ocasiones ofrecen diferentes sustancias al comprador que un principio solo busca adquirir cannabis. La exposición a una gama de drogas (propiciada por un mercado no regulado ni segmentado), y no la marihuana en sí, propicia el consumo de otras sustancias.
La marihuana es inocua
Aunque no se han registrado muertes por consumo de cannabis, se ha demostrado que el consumo de marihuana antes de los 21 años puede causar un deterioro en el desarrollo cognitivo. Por otro lado, el consumo de cannabis produce efectos psicoactivos que pueden producir una reducción en los reflejos y disminución en los tiempos de reacción. Finalmente, la manera en la que se consume el cannabis también influye en los daños que causa al ser ingerida. Si bien la combustión genera toxinas, la vaporización y los comestibles pueden ofrecer vías de administración más saludables. (Para saber más sobre vaporización y combustión, revisa nuestro texto sobre Vaporizadores y Cigarrillos Electrónicos).
Se fuman las hojas
La marihuana es una planta de un ciclo, en cuya especie encontramos machos y hembras. Mientras que los machos producen polen, las hembras producen flores con cáliz y pistilos que se convierten en cogollos; esos cogollos son donde se encuentra el mayor porcentaje de cannabinoides, los compuestos activos que caracterizan a la planta de marihuana. Eso es lo que se fuma.
Todos los productos de marihuana te ponen pacheco
La marihuana contiene más de 100 cannabinoides. Si bien el tetrahidrocannabinol es el responsable de la psico-actividad de la planta, y también el que tiene mayor presencia, los demás cannabinoides también han demostrado tener efectos positivos al ser consumidos de forma aislada, en especial el CBD. Este cannabinoide ha demostrado tener efectos benéficos en pacientes con padecimientos epilépticos, así como para aquellos con ansiedad e insomnio. Por otro lado, la fibra y las semillas —con poca o nula presencia de cannabinoides— se han utilizado por miles de años como comida, así como material para fabricar ropa, cuerdas, velas, y más recientemente plástico y concreto.